sábado, 16 de septiembre de 2017

Atardece que no es poco

“Hay que nombrarlo todo, 
 antes de que tarde  
sea, y se quede sin sonido alguna 
cosa soñada...”  
Alfonso Canales 




Que no se me olvide ninguna cosa, que si no escribo yo este ocaso, habrá muerto un día de claridad, con un final espléndido para nada,  que no se me olvide el color del hierro candente del ultimo instante de luz, que no se me olvide el derramarse en purpurina de las olas, a su rastro frente a mis pies, el azul turquesa del mar bajo los vestigios de sol, la huida sincopada del tiempo y el astro de fuego, el borrarse el cielo sobre mi y ante mis ojos después de un derroche de infinitas violetas, que lo contaminaron todo con su color: la arena, las barcas que en ella reposaban, la caseta de pescadores –antes de un blanco cal inmaculado-,  la bruma y el mar, todo es rosa y violeta, el velo que de ese color me borra las montañas del cabo, cediendo a la ilusión  de que todo se volvió horizonte de mar, que no hay fin que no existe la nada sino el infinito.
El rosa allá da paso al gris, y el mar se vuelve plomífero y metalizado y su opacidad enciende la luna. Esta noche toca luna mora, con su halo de bruma brillante y redondo y su estrella como un lunar encendido, como una pequeña bujía.
En occidente aun existe el ultimo rubor de luz, antes de la oscuridad violenta, el cielo donde el sol se esconde, enseña por breves instantes el rojo más rabioso como un destello de luz antes de un apagón.De pronto empieza a envolvernos la oscuridad y el viento que trae consigo un manto de humedad como polvo de agua casi instantáneo, y nos alfombra el camino con el ultimo hálito de luz solar.
Una vez más se nos apaga la tarde, que no se me olvide nada para que de esa manera quede encendido este instante en mi recuerdo.
Porque a veces me resulta  mas que injusto el no tener capacidad para hacer comprender lo importante que me resulta el tiempo que gano frente a una puesta de sol, lo que me enriquecen esos colores, lo que me ayudan a meditar y a sentir esa muerte súbita de un día que pasó sin gloria pero con la pena de lo que no ha de volver.
 De regreso de la que es –para mí- representación más bella en función única, donde la naturaleza regala a la pupila los colores más prodigiosos, donde se pasea la mirada por formas y tonalidades caprichosas, a donde uno va a renovar la suerte de saberse vivo; quisiera sostener en mi sentimiento ese estado casi emocional que te conecta con lo mas intimo y te provoca  una idea, adivinas un pensamiento, intuyes que estas al borde de una revelación. Es una actitud casi espiritual que puede convocar al desdén en más de una mente endurecida por la idea de que todos los días hay puesta de sol y que tiempo mejor habrá para derrocharlo en absurdas policromías... ¿Cómo explicar que se equivoca, que nunca habrá otro crepúsculo idéntico, que hemos faltado ya a demasiados ocasos y que nunca podremos recuperar todos los colores que ya no vivimos? ¿Cómo hacer comprender que lo que importa es el temperamento mágico al que te  transporta  el asistir al apagarse inevitable de una fecha y la sensación de que con la luz se te marchan las cosas que dejaste por hacer?
“Eres muy complicada amiga mía”, intuiré en los ojos distantes a mis impresiones, me aguantaré  las ganas de preguntarle a esos ojos cuando fue la ultima vez que se paró a disfrutar del destello de un rostro infantil cuando sonríe, el sonido de una respiración que se agita o hizo suyo el sentido de un verso...y con la luz de la anochecida se irán apagando  las ganas también de hacerme entender. 

Mercedes Moya.
Revista Contraluz,Agosto 2004.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Haciendo inventario.

Este año termina y como siempre toca hacer inventario, una auditoria incómoda pero necesaria del haber y deber de las cosas que se han hecho y de las quedaron por hacer.Un recuento del patrimonio intimo personal, de ese construir la vida y atesorar momentos y aprendizajes. Un momento de reflexión, de hacer balance y memoria y cuadrar resultados. Tarea nada fácil porque habitan en mi varias memorias. El cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya.

En esa tarea hago recuento de muchos aprendizajes que espero me sirvan en los años venideros. Verdades verdaderas y otras que lo parecen y no lo son tanto como esas frases lapidarias que se pescan en las redes y enganchan como garfios, letanías de la new age que ponderan el recitar como un  mantra "todo va a salir bien",  como un  "salve" que impide que te pase nada malo en el pilla pilla de la vida, y que nos está adiestrando en la postura del avestruz  (ahora  enterramos la cabeza en el móvil), que nos ofrece el teletransporte como evasión, una formula sencilla de escapismo que nos da la sensación de estar en otra parte.  Sensaciones, de eso se trata. Ya no tanto de experiencias que si las necesitas, te las venden en cajitas de regalo también por internet. Ahora dejamos el cuerpo presente y la mente se zambuye en mensajes, la mayoría de las veces insustanciales, la mirada baja pero siempre con la sonrisa puesta, que no estando en soledad se aconseja como salvoconducto, porque "la vida es como un espejo que te sonríe si tu le haces el mismo gesto", y la sonrisa es como el ojo turco que aleja de ti todo lo malo. Ya no es gratis sonreír.

En este repaso me interrogo: sola o en compañía ¿cuántos pensamientos o conversaciones eres capaz de mantener al mismo tiempo?, ¿cuantas cosas eres capaz de hacer -bien- a la vez?). En las mismas fuentes he sabido que  esto ahora tiene un publicitario nombre extranjero: el multitasking (hacer dos cosas al mismo tiempo), y me lo tengo que mirar porque ni siendo del equipo de Marte consigo rematar una faena a no ser que me centre exclusivamente en ella.

Este año que se agota, ha estado lleno de retos, unos buscados y otros adquiridos y de obstáculos de diferentes alturas y profundidades. Aunque bisiesto, me han faltado días y horas en los días, he visto muchos amaneceres que me han sorprendido por arañarle tiempo al tiempo, ese que derrochamos con tanta ligereza. Tantas noches amanecidas por no restarle tiempo a quien le pertenece y me lo demandan como si fuera inagotable, que son mi motor de vida y en lo que más se me van las fuerzas pero donde menos pierdo el empeño. Y mientras otros se empeñan en inculcarme con imágenes de naturaleza devastada que hay que dejar un mejor planeta a los hijos,-que también-, mi compromiso más idealista, es tratar de dejarle mejores hijos al planeta. Cuestión del cristal con que se mire.

Fuerza y empeño...Saco a orear una frase que a veces salta en mi buzón de voz: “esfuérzate al máximo y cuando lo hayas conseguido di en voz alta ¡lo sabía!...”
Bien, pues apunto en los haberes que he conseguido cumplir la primera parte, la de esforzarme, pero aún me queda por experimentar de manera concluyente, el triunfalismo de la segunda, aunque a veces he acabado diciendo “lo sabia…” pero con los hombros y la comisura de los labios caídos. Que he intentado poner al mal tiempo pies para que os quiero y andar haciendo caminos, procurando siempre no perder la brújula  y mantener mi rumbo aunque no siempre señale al norte, tener las metas claras, y entre mis RR.HH. esas personas, las escogidas e indicadas, y de las otras, sobrevenidas sin solución de continuidad, que a posteriori considero válidas para el propósito de la vida porque ahora sé que  "se aprende tanto de los héroes como de los villanos" (incluso más)  ¿Y quien se mete a juzgar o sabe distinguir a priori quien te va a salir rana...? También de los errores se aprende y mucho, que soy de las de no pararme a medir si el vaso está medio lleno o medio vacío sino de levantarme e ir a buscar más agua. Y aunque el río estuviera revuelto, y no consiga ganancia, siempre intento ir con la verdad por delante, porque con la mentira tal vez se pueda llegar muy lejos, pero sin esperanzas de volver.

Pese a todo cierro el año y este  inventario, y me sale a devolver, porque recibo más de lo que doy y doy mil gracias por ello y agradezco al cielo que el universo confabule y que aún sea capaz yo de notarlo, de ver el lado bueno y el por bien que no hay mal que no tenga.

Prometo seguir invirtiendo en las cosas importantes que no tienen derecho a devolución pero que es verdad que son gratis y que guardo de ellas factura en mi memoria para precisamente hacer recuentos como el que ahora me ocupa. En estos días en que la mesa se me llena de sillas vacías, sin duda lo que me hace cerrar el año con super habit son los momentos esenciales compartidos, sobre todo esos con las personas que te añoran aunque estén muy cerca. Porque te hacen levantar la mirada del universo de tu ombligo, sentirte necesaria y tiñen de azul los números rojos familiares.

Para terminar este repaso, apuntar que de esas frases digitales que dictan el camino a la felicidad, me quedo con la de "que entre hacer y no hacer hay que escoger hacer ". Siempre. Porque si te equivocas al menos tendrás la experiencia, y pese al tiempo y lo vivido aún no me siento suficientemente experimentada. Creo que en mi patrimonio personal me queda mucho por ofrecer y por aprender, muchas nuevas sendas que explorar y muchas nuevas ideas por estrenar, y con la suerte de tener una gran curiosidad, siempre intacta, que no permite a la vida el dejar de asombrarme.

Y por eso sé que el año que viene, ese que llega, que ya está ahí, me pillará otra vez desprevenida. A su merced me pongo. Esa es la magia de la vida, que siempre, siempre te sorprende.

 ¡Feliz año mágico para todos!

sábado, 15 de febrero de 2014

Mis fantasmas no envejecen

Yo siempre digo que aunque no tengo familia extensa (sólo quedamos mi hermano mayor y yo y vivimos en ciudades distintas) tengo una familia muy intensa. Siendo tan pocos sin embargo nuestro calendario familiar está lleno de fechas señaladas, además los cumpleaños de mis dos seres más cercanos fallecidos son como para olvidarlos: mi madre cumplía años cada 31 de diciembre y mi hermano pequeño el día de los enamorados. En esos días especialmente me siento un poquito más huérfana, huérfana de hermano y de madre. Dos de mis amores incondicionales.


                                           14-2-1969 / 10-11-2012
                                        
Querido hermano:

Este mes ya no cumplirás 45 años y aunque el día de tu cumpleaños (y el de nuestra madre) lo sigo señalando en cada uno de mis calendarios, no sé si por costumbre o por este empeño mío de olvidar lo que me duele haberte perdido y sólo recordar y celebrar lo mucho que tuve contigo, algo que llevo practicando con el recuerdo de mamá lo que hoy ya es casi medía vida.
No sé si esta necesidad mía de vivir rodeada por los que tanto me faltáis y tanta falta me hacéis es buena o mala, no lo sé ni creo que importe, “la costumbre”  del signo que sea, buena o mala es algo que todos tenemos y, sin embargo es muy diferente para cada quien. Las costumbres las hacen primero las familias, luego las remozamos y añadimos las nuestras individuales y esa amalgama la vamos acomodando a las de las personas que amamos, las fusionamos  con otras que inventamos juntos y muchas veces nos agarramos a las primeras y no queremos soltarlas ni cambiarlas porque renunciar a ellas sería como renunciar a lo que queda de nosotros en origen.
Pienso si merece la pena el dolor que se siente al mantenerlas vivas, que sería más fácil esquivar los recuerdos o vedarlos y dinamitar el puente entre el olvido y la memoria pero dejar de reproduciros en  ellos, dejar de sentiros como os siento vivos en ellas,-en las costumbres familiares-, relegarlas sería como perderos a  vosotros de nuevo… mis queridos fantasmas.
Esas costumbres arraigadas, esos recuerdos, son el álbum de la memoria que me recuerda de donde vengo y quién fui, porque en ocasiones me siento tan falta de referencias que me pierdo y esos recuerdos me compensan el dolor que me provoca la conciencia del ya nunca más. Creo que me dolería  aún más dejar de recordar. Al recordaros  siento que tuve la suerte de amar y ser amada por unos seres maravillosos que me enseñaron lecciones imponentes.




No hablamos de ello porque dolía, pero mamá sabiendo que nos dejaba tenía un miedo atroz a ser olvidada, me gustaría explicarle y explicarte, en este mensaje al viento, como en aquella película “Mensaje en una botella” cuando la protagonista le preguntaba a kevin Costner:
-¿Me olvidarás?
Y él responde: “Si, todos los días”.
Pues eso, cada día, todos los días…

Te quiero, os quiero.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La vida nos sujeta


“La vida nos sujeta, porque precisamente no es como nos esperábamos...” Leo en un libro (dedicado por su autor – ya fallecido -, al que conocí en aquella época en que me dejaba impresionar por las personas por sus nombres, más que por sus realidades) y me hace pensar en conversaciones de intercambios de pareceres profundos y me hace flash back en la memoria, y no puedo estar más de acuerdo.
Yo, también fui torbellino cargado de lluvias de risas y osadías, que por rebeldía adolescente me escapaba cuantas veces podía por el simple placer de ver atardecer desde las afueras, para ir a por “un minuto de soledad con Dios“, como me gustaba llamar a mí a esa comunión de naturaleza que desde siempre, me ha inundado la calma de una dicha de vivir que estallaba con los colores caprichosos con que me despedía la tarde. 
Hace meses que no salgo a despedir el día lejos de ruidos más allá del mar o los pájaros porque me faltaba el tiempo y la paz necesaria para poder apreciarlo y porque estaba enfadada con Dios y con los ángeles -con mis particulares ángeles- porque me parecía que no estaban conmigo, que no estaban aquí.
Luego repasando los sucesos me doy cuenta de que sí, de que claro que estaban, que de alguna forma orquestaron encuentros largamente postergados y momentos especiales y serenas despedidas naturales  y a pesar de los obstáculos impuestos e imprevistos lo facilitaron todo y nos acompañaron y sostuvieron.
He de retomar la costumbre de inundarme de los últimos colores de la tarde, de los últimos vestigios del día para que todo deje de parecerme gris oscuro o tan en blanco y negro, para dejar que venga la noche sin aprensión. Tal vez así vuelva a ver las estrellas y poder buscar entre todas ellas una nueva, para encontrar un punto de referencia, para despejar tanta tristeza como me ha quedado otra vez, otro otoño más después de las nueve ha vuelto a repetirse  la separación y el desgarro, la soledad más rotunda, la oscuridad más intensa en esa parte del corazón que sólo pertenece a la persona que se ha ido ¡tengo ya tantos rincones oscurecidos! 
He de volver a encontrar mágico ese momento que llena mi instante y me prepara con armonía para los fantasmas de la noche...y tras muchas lunas otra vez, en crecientes y menguantes, tal vez la angustia y los miedos vayan decreciendo a la vez que crece la sensación de ser, sencillamente como te vas conformando.
 Y regreso al pensamiento de cómo la vida nos sujeta de la manera más extraña...robándote la fe, la confianza y la naturalidad porque una vez más el ciclo de la vida ha sido brutalmente desbaratado, ha perdido su natural desarrollo haciéndote una permuta de esos valores tan necesarios por la intensa sensación de desorden vital, de catástrofe, de sin razón y desamparo que te provoca el abandono por deserción forzosa de tus seres más esenciales, porque la vida otra vez a dedo -pronto, demasiado pronto-, obliga a marcharse para siempre a quien tanto necesitas y a dejarte desarropada y expuesta desposeyéndote de otro de los lazos de sangre más fuertemente anudado. 
Y sientes en tus carnes abiertas su partida -pese a los años de lucha y de regalo- como una usurpación temprana del amor que más años te ha durado, en otra emboscada más de las que la vida te tenía preparada.
 La muerte nos suelta de lo que la vida nos sujeta.



domingo, 11 de noviembre de 2012

Vivirás para siempre en mí.


Ayer a las 21 horas se marchó para siempre mi hermano pequeño, mi amigo, mi confidente, mi héroe.
No nos deja solos porque estamos tan llenos de él que vivirá para siempre en nosotros, con nosotros.
Su manera de llevar su enfermedad y de vivir sus increíbles años de lucha ha sido una lección de vida para todos.
Mi hermano no perdió la batalla contra el cáncer porque se fue como un triunfador habiendo firmado la paz con la vida y con la muerte. Eso si, para quien tuvimos la suerte de conocerle… de quererle, el mundo desde ayer es mucho más aburrido y mucho más triste.

sábado, 27 de octubre de 2012

La noche antes del viaje



Carlos Marzal es uno de los representantes de la Poesía de la experiencia. Un movimiento poético que ha sido capaz de actualizar y acercar la poesía a todo tipo de público, escribiendo sobre lo cotidiano sin artificio, de los sentimientos sin afectación. Por sus temas, por su manera de expresarse y por la misma actitud de los poetas, personas “normales” muy cercanas y accesibles logran  acercar la poesía a la calle.

Este movimiento partió de otro  que surgió en Granada, en esa ciudad y en aquellos años llenos de intensidad y de poesía estaba yo entonces estudiando en su universidad y tuve la suerte de conocer y de tratar a tres jóvenes poetas :Alvaro Salvador, Luis Gracía Montero  y Javier Egea que, con la ternura como forma de rebeldía,  lanzaron un manifiesto en 1983 que fue  el punto de partida oficial de este nuevo concepto de poesía. Aquel movimiento poético fue llamado “La otra sentimentalidad" (la nueva sentimentalidad) 

http://es.wikipedia.org/wiki/La_otra_sentimentalidad

 La obra de Carlos Marzal se ha incluido en las más importantes antologías poéticas y ha sido galardonada, entre otros, con el  Premio de la Crítica 2002, el Premio Nacional de Poesía 2002, por «Metales Pesados» y en el 2003, fue Premio Loewe por «Fuera de mí». 


“Cuando se viaja las ideas sobre el viaje pesan más que la maleta”


La Noche antes del viaje

Deseo lo que habrá de venir, pero aún deseo más
que lo que haya de ser sea un recuerdo,
otro nuevo episodio que permita, en un breve futuro,
distintas noches previas al día de partida,
puesto que en esas horas el vivir se descubre
con una fuerza extraña que el viaje no conoce,
y que el deseo nunca podría contener.

La vida antes del viaje no parece vida,
sino un ofrecimiento
imposible de ser ya defraudado.
Nuestras fieles rutinas no conciernen
a quien se marchará, y el día de mañana, inabarcable,
excita los sentidos, aviva la esperanza
y nos impide el sueño. El tiempo cotidiano,
aunque nos pertenezca, en el recuerdo es torpe,
y ese distinto tiempo que se aguarda
tiene un lugar para creer posible
que otra será la vida que suceda.
Más próxima a la idea que tenemos
La noche antes del viaje.

Todavía unas horas demoran la partida
y ya quiero volver para esperar de nuevo.

Carlos Marzal (Valencia, 1961)
Del libro La vida de frontera


lunes, 22 de octubre de 2012

Héroes anónimos


Hay personas que son capaces de cambiarte la vida, la manera de ver la vida, cambiar pensamientos y formas de actuar. Son capaces con su ejemplo, de modelar tu hasta entonces manera de ser, haciendo de ti un poco más “persona”. Te aportan sobre todo, el ponerte en contacto con lo mejor del ser humano, te enseñan ese lado a veces relegado, de nuestra personalidad multifacética donde está lo mejor de cada uno.
A menudo tiendo -como la luna- a mostrar el lado más oscuro de mi carácter, el más áspero, dejando en penumbra la parte con la que me siento mejor, la más dulce, la más serena.
Hay personas que su actitud es un ejemplo y su ejemplo sirve para hacerte reflexionar, para crecer, para replantearte la vida y tu modo de asumirla, tan superficial, tan a la ligera. Y te incitan a repasar las prioridades y darles un nuevo orden sin hacer falta gestas mundialmente conocidas, ni gestos públicamente reconocidos.
Personas de a pié que ante los reveses del destino son capaces de dar una lección de fortaleza y demostrar cómo enfrentarlos, discretamente, con naturalidad, sin aspavientos, sin protagonismos, dejando a un lado su propio dolor para pensar en el de sus próximos, en las necesidades de quienes quieren. Y soportan silenciosos sus miedos y guardan su angustia en secreto para no preocupar aun más a los demás.
A veces las circunstancias adversas son en primera persona, otras suceden en el ser más allegado, y de cualquier manera sufren en la intimidad y sonríen en público aunque hayan de vivir cada día una dolorosa e irrevocable cuenta atrás, pero siguen proyectándose en el futuro y hacen que cada día sea como un milagro.
Hay personas que bajo su armadura, es fácil advertir un corazón inmenso pero a veces somos incapaces de “acercarnos” a esos guerreros formidables, no sabemos… o no nos creemos dignos de perturbar su reserva, su hermetismo, o acompañar abiertamente su dolor.
Da lo mismo la distancia, aunque los tengas muy cerca, aunque lleven tu sangre. Los admiramos desde lejos y en silencio sin saber si les podríamos servir de algo en su magistral trayectoria, o acaso nos sentimos demasiado corrientes con poco o nada que ofrecer.
A veces he querido acercarme a esos seres especiales que se cruzan en mi vida o que están en ella hablarles directamente al corazón y decirles “aquí me tienes, cuando me necesites”.
Pero nunca sé si un hombro sería bienvenido, o la propuesta de una escucha activa y silenciosa, acallando todos los diálogos interiores para convertirme en caja de resonancia eficaz. Aun no sé ni encuentro la manera de manifestarles la profunda admiración que me producen.
Y es porque tengo miedo a desmoronarme, a que se me transparente la convicción de que no me siento capaz de ayudar, que me siento minúscula ante su proeza en su contienda con la vida.
Impotente y empequeñecida trato de aprender del heroísmo de esas personas y de sus historias pero la lección más importante es que hasta entonces nunca llegas a creerte del todo lo verdaderamente frágil que es la vida.

martes, 16 de octubre de 2012

Ítaca, la importancia del camino.


En este rincón que he querido reservar para reflexionar con quien quiera acompañarme, sobre el viaje que es nuestra vida y quienes nos acompañan, no podía faltar el más conocido e indispensable poema que como pocos recoge la visión de la vida como un viaje: Ítaca de Kostantino kavafis(1911).
Conseguir los sueños es la meta que no debe perdérsenos de vista, pero si cabe -y pocas veces nos damos cuenta-, es el propio camino, el mismo viaje que emprendemos hacia ellos  lo que enriquece nuestra vida y la convierte en una aventura.
Cada cual tenemos nuestras Ítacas personales, y lo emocionante del poema, como de todo buen poema, es que te permite  reconocerte en él, como esas canciones que a veces parecen contar lo que te pasa. Y es que cada uno podemos darle el matiz que deseemos.
A estas alturas sigo persiguiendo sueños aún no cumplidos y otros nuevos.
Tras haber conseguido algunos de mis propósitos y haber fracasado en otros sigo mi rumbo, lastrada siempre por mis particulares Cíclopes y voraces Lestrigones también he sentido la amenaza inminente de naufragio y en el mar embravecido he visto alzarse la mano de Poseidón.
Creo que una vez la has sentido la temes para siempre.
Como yo, cada uno podrá leer en estos versos su propio viaje, su particular camino y darle a lo conseguido su personal significado.

 


Cuando emprendas el regreso a Itaca,
ruega que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, de conocimiento.
A los Lestrigones y los Cíclopes, 
al irritado Poseidón, no les temas;
no hallarás tales cosas en tu camino 
si tu pensamiento es elevado, si una sublime 
emoción embarga tu espíritu y tu cuerpo. 
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al feroz Poseidón, no los encontrarás 
si no los llevas en tu alma,
 si tu alma no los pone ante ti. 

 Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales 
en que lleno de placer y alegría 
entres a puertos vistos por primera vez; 
detente en los mercados fenicios
y adquiere hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano, 
y toda clase de perfumes voluptuosos, 
todos los perfumes voluptuosos que puedas;
visita muchas ciudades egipcias
para aprender más y más de los sabios.

Ten siempre en tu mente a Ítaca.
Tu meta es llegar allí. 
Pero no apresures de ninguna manera el viaje. 
Mejor que dure muchos años, 
y viejo ya ancles en la isla, 
rico con cuanto ganaste en el camino, 
sin esperar que Ítaca te dé riquezas.
Ítaca te dio el hermoso viaje. 
Sin ella no hubieras salido al camino. 
Pero ya no tiene nada para darte. 
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado. 
Tan sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia, 
ya habrás comprendido qué significan las Ítacas.

Konstantinos Kavafis - Ítaca  Traducción de Miguel Castillo.

 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Las palabras, el idioma, los dialectos y un horizonte de esperanza

Para este blog he acudido a personas a las que admiro, comunicadores, escritores, poetas y pensadores. No sé cuantos y cuales acudirán a mi llamada y de mi entorno más cercano a las personas con las que he compartido desde hace años  pensamientos y reflexiones. Personas generosas con sus razonamientos con las que he crecido y me he enriquecido.  Aunque no viajemos en el mismo tren, tenemos las mismas aspiraciones: no pasar por la vida  de puntillas, aprender a convertir las sensaciones en sentimientos y aprender a verbalizarlo, a compartirlo.


"Zan" era apenas una cría cuando un día entró en un vagón de mi vida sin permiso y se quedó para siempre, no nos vemos ni nos hablamos pero nos “sabemos ahí”. Ella es lo que yo interpreto por mujer luminosa, de sonrisa y mirada maravillosas.
Para ella cualquier proyecto que se le ocurra es viable, lo persigue y lo consigue, además transmite optimismo y alegría a un futuro que, por más incierto que lo veas, ella se las ingenia para subrayar las promesas de mejoría y con sus palabras convencerte que es posible convertir esas promesas en metas alcanzables.

Las palabras, el idioma, los dialectos y un horizonte de esperanza 

(Ilustraciones de Ana Rey http://www.elbookdeanarey.com/)


"Incomunicados"Ana Rey 
Anoche elucubrando, entre sartenes y cenas, pensé que el motivo del blog era muy interesante, pero no ha sido hasta esta mañana cuando, desde la tranquilidad del silencio y el tiempo, he podido darme cuenta de las connotaciones que puede llegar a tener. 
Sin caer en lo obvio de que haya un motivo o suceso lo suficientemente doloroso como para dejar de hablarse, tanto por una de las partes, como por ambas, los motivos de que se difuminen en el camino las palabras suficientes, para hacernos saber, que seguimos latentes para el otro, pueden ser muchos.
Hay varias formas de vivir y hacer sentir a los demás y recíprocamente ellos a nosotros. Supongo que no  queremos, ni nos relacionamos, e incluso ni nos comunicamos de la misma manera con un hijo, que con una pareja,  un padre,  un amigo, un compañero de trabajo,  un conocido, un vecino, un cliente, etc.
El tiempo que disponemos para estar con ellos también predispone positivamente al acercamiento, pero negativamente a los roces, por el desgaste del tiempo.
No es lo mismo una pareja con la que compartes tu vida 24 horas al día, que un amigo que se ha marchado a Australia a emprender nuevos retos.
http://www.elbookdeanarey.com/?portfolio=incomunicados
 Aunque, a priori, podríamos pensar que vamos a tener más comunicación con nuestra pareja (que sería lo normal), en ocasiones, no es extraño darnos cuenta de que ese "desgaste diario" y el conocimiento absoluto del compañero, pueda hacernos sentir que sabemos perfectamente cómo se encuentra el otro, sin tener ni si quiera que preguntar, sin darnos cuenta de que vamos olvidando hasta el lenguaje no verbal, desaprendiendo esa necesidad vital de comunicación y abasteciendo el tanque de la desidia y dejando en reserva el amor, sin percatarnos desde cuando lleva parpadeando la luz de aviso.
 Podría ser que uno deja de hablar, cuando tienes la sensación de que a lo largo del camino aprendimos a hablar diferentes idiomas y la lengua común con la que nos comunicábamos, ha pasado a ser un dialecto en desuso, cuando lo suscitado no tiene respuesta, cuando empiezas a creer que ya no importa lo suficiente lo que has intentado transmitir desde hace tiempo, sin reacción alguna por la otra parte.
http://www.elbookdeanarey.com/?portfolio=incomunicados
 Puedes llegar a sentir que las inquietudes comunes son parte del pasado y  ser consciente de que el presente no te aporta las fuerzas para poder hacer entender al otro que estas mal, que te has perdido y necesitas encontrarte de nuevo, que quieres volver a sentir que las palabras hacen efecto porque de nuevo tienen sentido para los dos. 
Cuando intentas una y otra vez decirle al otro que estas ahí, pero los intentos caen en saco roto, inequívocamente, llegará un momento en el que las palabras necesarias para el entendimiento se desvanecerán para siempre en el abismo del tiempo del silencio.
http://www.elbookdeanarey.com/?portfolio=incomunicados

No quiero con esto dar por sentado que las adversidades como la monotonía o la rutina, sean las culpables certeras de algunas faltas de comunicación, pero ayudan y mucho.
Ciertamente hay veces que sucede el caso contrario, o sea, que el hecho de convivir mucho con otra persona favorezca la comunicación. Por ejemplo, con los compañeros de trabajo pasamos más horas que con el resto de nuestra familia o amigos, y eso hace que la intensidad de la comunicación haga que pasen a ser algo más que lo que hasta ahora habían sido en nuestra "escala de compañeros de viaje".


http://www.elbookdeanarey.com/?portfolio=incomunicados

 Debemos de tener en cuenta que la falta de comunicación, en ocasiones, puede generar tal distancia en la relación, que poco a poco olvidamos lo que fuimos y solo sentimos lo que ya no somos para el otro. Ese "desdén"  puede ir acompañado de la tristeza incluso de pensar que has podido hacer algo que le haya dolido al otro, del desaliento del pensamiento de que ya no te necesitan como antes, y ese sentimiento retroalimenta (como el refrán: el uno por el otro, la casa sin barrer) la falta de comunicación, generando la distancia y lejanía, quizás muchas veces, ni siquiera deseada por ninguna de las partes.
Otros factores que pueden contribuir a esto, pueden ser, el ritmo de vida, el trabajo, la pareja, la familia, los hijos, los amigos, hasta el crecimiento personal, que irán marcando las diferentes bifurcaciones, senderos o caminos del trayecto.

 Habrá etapas en las que la comunicación fluida hasta ese momento, cueste más que antes, e incluso que no la haya en grandes espacios de tiempo, pero de pronto levantas el teléfono y te das cuenta de que no importa la distancia, ni el tiempo, porque sientes que el feeling, la alegría, la empatía, el cariño, el respeto, la inquietud, el apoyo y un sin fin de más cosas, siguen estando ahí.
Sin haber un motivo "mayor", creo firmemente que ni la distancia, ni el tiempo, ni las circunstancias, puedan hacernos olvidar lo compartido con el otro y que en la amistad no hay "velocidad crucero", porque aunque la vida nos haga coger medios de transporte diferentes,  siempre hay algo en común, el cariño, para mandar una postal de vez en cuando donde le recuerdes al otro que una parte de ti está con él.
Las personas somos como los barcos al zarpar, que aun desapareciendo en el horizonte y aunque ya no los veas, sabes que en algún lugar del horizonte, siempre seguirán estando. 

Gracias "Zan" por formar parte de este viaje.

martes, 2 de octubre de 2012

Francesc Puertas. Por qué dejamos de hablarnos


Francesc puertas Vidal es, además de un gran comunicador y conferenciante, el escritor del libro que ahora mismo estoy leyendo El Sostén, mitos y leyendas... y manual de uso  que vio la luz el 26 del pasado mes de septiembre, publicado por la Editorial Arcopress.




Su libro, por la originalidad de su temática y por la asombrosa revelación que en él hace de que 7 de cada 9 mujeres desconoce su talla exacta de sujetador -con las consecuencias para la salud que de esto puede derivarse-, hace que,lo que al principio puede parecernos un tema frívolo, acabe siendo además de interesante, aleccionador para todos y ha suscitado la curiosidad y el interés de numerosos medios de comunicación,prensa,radio y televisión.
http://sosten.blogspot.com.es/ 


Pero no es por su libro y su temática (tan importante para mi trabajo) por lo que me decidí a pedirle que visitara este blog -y yendo más allá le invité a colaborar en él-sino por sus artículos publicados en alguno de sus blogs con los cuales ya cuenta más de 200.000 visitantes. 
(http://francescpuertas.blogspot.com.es/)
Con sus publicaciones siempre consigue  hacerme meditar.E"El séptimo sombrero" -por ejemplo-, habla de cosas que todos sabemos pero ignoramos, a veces delata pensamientos que andaban ocultos por la trastienda y siempre de manera directa señala hacia el mismo sitio: el valor de las personas, la importancia de los valoresEn su último post, escribe:

"No hay ninguna duda que, si no se intenta (al menos eso) no avanzaremos ni un ápice en el camino correcto para llegar al destino que nos proponemos. […]
No hay nada en manos de la fortuna, si nosotros no le echamos una mano".
Y él me la ha echado a mí en mi nuevo camino enviándome esta su reflexión de Por qué nos dejamos de hablar.Son las palabras de un experto comunicador reflexionando sobre la incomunicación.

 Por qué dejamos de hablarnos


Incomunicación
Es difícil explicar los porqués de muchas cosas, sin caer fácilmente en ese hoyo profundo en el que no sabes cuán hondo es, ni tan solo cómo será el fondo, ni si encontrarás obstáculos o las paredes te rozarán en la caída.

Los miedos invaden de infortunios tu cabeza y es complejo tener claras las visiones, para entrar en aventuras que replanteen las cosas que tu ya has dado por resueltas o archivadas, aunque no recuerdes por qué llegaste a cargarte de razones para darlas por conclusas.

Es fatigoso buscar de nuevo caminos, desbrozarlos y ponerlos en orden suficiente, para que sin olvidar nada de lo que haya sucedido, pases página y renueves lazos con quien resulta difícil volverlos a tener.

Aunque a veces, a pesar de tener cielos despejados, temperaturas excelentes y caminos libres de obstáculos, sin saber el motivo, descubres que la distancia y el tiempo sin comunicarnos, han convertido el camino entre uno y otro en lejanos trayectos que si lo intentas y los transitas no son ni tan lejanos ni tan difíciles.

Hay muchos supuestos, tortuosos recorridos (o no), largas distancias (o no), que impiden que nuestros pasos transiten sin temores, tan solo porque los miedos nos paralizan, escondidos de falsas resistencias fruto de temores infundados (o no), o de miedos enfundados de dudas.

¿Por qué dejamos de hablarnos?... no sé. Es probable que la razón tenga razones nada razonables que nos hagan perder la razón. 

(Para el blog de Mercedes Moya)
Publicado también en http://elviuviu.blogspot.com. (2 de octubre de 2012)



lunes, 1 de octubre de 2012

Cartas desde el tren






Mi querida Mer:
Me dejas atónita con tu explosión de creatividad y de proyectos. Y mi asombro no nace en la creencia de no verte capaz de tanta actividad creadora, si no en la sensación de que soy yo la que no llego a alcanzar ese ritmo que estás imprimiendo al navegar por las aguas que ahora surcas. 
  
No he sabido muy bien cómo introducir un comentario, por eso he preferido escribirte directamente al correo electrónico, si quieres puedes pasar directamente todo ésto al blog.  Lo estoy escribiendo con intención literaria. Sobre el tema específico al que se refiere el blog, a estas horas de la noche, lo que me viene a la memoria es que a lo largo de mi vida me he esmerado en no perder de vista a las personas con las que de alguna manera me he relacionado. Son pocas a las que, habiéndome acercado especialmente, les haya perdido la pista. En cualquier caso hay dos circunstancias que sí me gustaría reseñar:
Una es la imagen de un camino que se bifurca, contundentemente; cada ramal continúa por paisajes diferentes, casi opuestos. Uno continúa a la vista y el otro, tras dibujar una curva, se pierde para siempre.  Es la imagen de la separación por el motivo más real y menos voluntario, un ramal sigue en el paisaje de la vida y el otro queda oculto tras la muerte, la separación de la persona con la que estabas compartiendo el camino y que, de alguna manera, se va.   

Otra es la imagen inversa; caminos que se separaron hace tiempo, y que creías no volverían a unirse, reaparecen en el horizonte y se fusionan o se cruzan de nuevo. Lo más llamativo y fuerte de esta imagen es que la reaparición no ha sido casual, si  no que ha sido deseada, pedida, buscada sin ser buscada, y encontrada por fín, como obrándose un milagro, en el que nosotros hemos actuado siendo pequeños dioses. La experiencia de comprobar esa especie de sintonía universal, de campo en el que todo se conecta y está al alcance de nuestra simple apertura a su dimensión, es algo tan potente que, a veces, asusta. Y no sé qué me da más miedo: que sea verdad o que sea mentira.



Mi querida Mer, compañera de camino, espero que esta reseña te sea útil en el proyecto blog-uil que ahora empiezas. Ya sabes que lo compartiré contigo con todo mi cariño y de la manera en la que tú prefieras. Para firmar mi colaboración puedes poner el pseudónimo de "hormiga".


Gracias a ti, mi querida hormiguita, muchas gracias por tus palabras y por estar aquí.

domingo, 30 de septiembre de 2012

El tren de la vida



Nuestra vida trascurre como un viaje en tren en el cual compartimos viaje con una multitud de personas.

El tren de la vida es  más que una idea poética, es una metáfora que explica mejor que ninguna cómo se desarrollan las relaciones personales a lo largo de nuestro viaje personal.
En el viaje de la vida nosotros somos  pasajeros y tren al mismo tiempo. 
Desde el comienzo de la vida en nuestro vagón viajan personas que nos acompañaran en trayectos más o menos cortos o en momentos puntuales. No es la duración del viaje lo que los hace más importantes sino la impronta que dejan en nosotros, lo que nos enseñan, o lo que aprendemos de ellas puede incluso cambiar el rumbo y trayectoria de nuestro viaje, aunque no todos son esenciales, no hay pasajero despreciable.

 Todos vamos buscando algo, hay quien tiene la suerte de saber de qué se trata y hay quien buscará toda la vida sin encontrarlo, porque el viaje verdadero es al interior de cada uno pero para ese trayecto decisivo hay que estar muy preparado y también dispuesto.
El único equipaje válido para el viaje de la vida es la curiosidad, una maleta llena de preguntas que tendremos que  aprender a formular, y rogar por tener la suerte de encontrar a quien nos de una respuesta válida. Válida para nosotros, porque lo que aún lo hace todo más complicado e interesante es que la respuesta que es legítima para unos puede que no lo sea para otro o puede que no encaje por venir a destiempo

Si, también hay compañeros de viaje y trayectos a destiempo. Y trenes que nunca se cruzan.Pero eso no lo sabes hasta mucho después y puede que entonces ya sea tarde, porque el viaje nunca se repite, no en las mismas condiciones, y siempre es contraproducente tratar de forzar el quedarse o es inútil esperar.


Hay compañeros de viaje que son compañía y hay acompañantes que será como viajar peor que solo. La soledad en compañía es la peor de las soledades.
 La niñez infeliz o robada es uno de esos trayectos peligrosos que puede  quedar en nuestro viaje como un salto en el tiempo difícil de llenar. Hay existencias –subsistencias- cuya trayectoria es un enorme círculo alrededor de una etapa inconclusa de su vida y si la viven encerradas en soledades compartidas, terminan por ser vidas desaprovechadas.

Hay personas cuya trayectoria parece discurrir por una tranquila llanura (yo no conozco a ninguna, cuando he creído dar con alguna, de cerca, su camino estaba lleno de baches o se sustentaba en una dudosa estabilidad) y hay otras cuyo viaje está manifiestamente lleno de altibajos e itinerarios cambiantes. También muchas vidas trascurren en una combinación de los dos. Y otras que cuando están en llano añoran las sensaciones de viajes más aventureros y cuando están en plena aventura se lamentan y evocan tiempos más tranquilos.
La fórmula adecuada -según dicen- está en disfrutar del trayecto –vivir el presente- pero no debe de ser tan fácil cuando tantos andamos distraídos con tránsitos pasados o con sueños de futuras rutas más o menos alcanzables.

Historias acabadas o inconclusas.

A mucha gente la recuerdo en pasado, como compañeros de trayectos bien limitados, pero... tengo tantas historias que no doy por acabadas aunque sucedieron hace mucho tiempo. Tantas historias, tantos recuerdos  de gente que se subió a mi tren y se bajaron algunas bruscamente, otras sin apenas notarlo un día desaparecieron de repente, casi sin saber porqué.

¿Qué ha sido de esas personas? 
¿Qué hizo que nuestro viaje juntas finalizara?
¿Alguna vez se acordaran de mi, cómo yo me acuerdo de ellas?
¿Serán conscientes de lo que aportaron a mi vida?
¿Aporté yo algo a la suya?


De los compañeros de viaje y de porqué o cómo dejaron de serlo quiere ser este espacio, también podría ser tu espacio, tal vez quieras preguntarte o contar las impresiones de algún compañero de viaje de esos que un buen día se  bajaron de tu tren y te dejaron con la sensación de que podía haber sido un trayecto mas largo o de otra forma. O a los que tu dejaste porque tenías la sensación de que vuestro tiempo compartido ya no daba más de si…
Compañeros a los que un día sin más, lentamente o de repente dejaste de ver o de hablar y te gustaría  repasar en voz alta las razones.
Aquí tienes un espacio en este pequeño vagón en el que puedes o no acomodarte, anónimamente si lo prefieres, sólo se trata de que te preguntes y me cuentes:

                        ¿Por qué nos separamos....?    
                      ¿Porqué nos dejamos de hablar?