domingo, 30 de septiembre de 2012

El tren de la vida



Nuestra vida trascurre como un viaje en tren en el cual compartimos viaje con una multitud de personas.

El tren de la vida es  más que una idea poética, es una metáfora que explica mejor que ninguna cómo se desarrollan las relaciones personales a lo largo de nuestro viaje personal.
En el viaje de la vida nosotros somos  pasajeros y tren al mismo tiempo. 
Desde el comienzo de la vida en nuestro vagón viajan personas que nos acompañaran en trayectos más o menos cortos o en momentos puntuales. No es la duración del viaje lo que los hace más importantes sino la impronta que dejan en nosotros, lo que nos enseñan, o lo que aprendemos de ellas puede incluso cambiar el rumbo y trayectoria de nuestro viaje, aunque no todos son esenciales, no hay pasajero despreciable.

 Todos vamos buscando algo, hay quien tiene la suerte de saber de qué se trata y hay quien buscará toda la vida sin encontrarlo, porque el viaje verdadero es al interior de cada uno pero para ese trayecto decisivo hay que estar muy preparado y también dispuesto.
El único equipaje válido para el viaje de la vida es la curiosidad, una maleta llena de preguntas que tendremos que  aprender a formular, y rogar por tener la suerte de encontrar a quien nos de una respuesta válida. Válida para nosotros, porque lo que aún lo hace todo más complicado e interesante es que la respuesta que es legítima para unos puede que no lo sea para otro o puede que no encaje por venir a destiempo

Si, también hay compañeros de viaje y trayectos a destiempo. Y trenes que nunca se cruzan.Pero eso no lo sabes hasta mucho después y puede que entonces ya sea tarde, porque el viaje nunca se repite, no en las mismas condiciones, y siempre es contraproducente tratar de forzar el quedarse o es inútil esperar.


Hay compañeros de viaje que son compañía y hay acompañantes que será como viajar peor que solo. La soledad en compañía es la peor de las soledades.
 La niñez infeliz o robada es uno de esos trayectos peligrosos que puede  quedar en nuestro viaje como un salto en el tiempo difícil de llenar. Hay existencias –subsistencias- cuya trayectoria es un enorme círculo alrededor de una etapa inconclusa de su vida y si la viven encerradas en soledades compartidas, terminan por ser vidas desaprovechadas.

Hay personas cuya trayectoria parece discurrir por una tranquila llanura (yo no conozco a ninguna, cuando he creído dar con alguna, de cerca, su camino estaba lleno de baches o se sustentaba en una dudosa estabilidad) y hay otras cuyo viaje está manifiestamente lleno de altibajos e itinerarios cambiantes. También muchas vidas trascurren en una combinación de los dos. Y otras que cuando están en llano añoran las sensaciones de viajes más aventureros y cuando están en plena aventura se lamentan y evocan tiempos más tranquilos.
La fórmula adecuada -según dicen- está en disfrutar del trayecto –vivir el presente- pero no debe de ser tan fácil cuando tantos andamos distraídos con tránsitos pasados o con sueños de futuras rutas más o menos alcanzables.

Historias acabadas o inconclusas.

A mucha gente la recuerdo en pasado, como compañeros de trayectos bien limitados, pero... tengo tantas historias que no doy por acabadas aunque sucedieron hace mucho tiempo. Tantas historias, tantos recuerdos  de gente que se subió a mi tren y se bajaron algunas bruscamente, otras sin apenas notarlo un día desaparecieron de repente, casi sin saber porqué.

¿Qué ha sido de esas personas? 
¿Qué hizo que nuestro viaje juntas finalizara?
¿Alguna vez se acordaran de mi, cómo yo me acuerdo de ellas?
¿Serán conscientes de lo que aportaron a mi vida?
¿Aporté yo algo a la suya?


De los compañeros de viaje y de porqué o cómo dejaron de serlo quiere ser este espacio, también podría ser tu espacio, tal vez quieras preguntarte o contar las impresiones de algún compañero de viaje de esos que un buen día se  bajaron de tu tren y te dejaron con la sensación de que podía haber sido un trayecto mas largo o de otra forma. O a los que tu dejaste porque tenías la sensación de que vuestro tiempo compartido ya no daba más de si…
Compañeros a los que un día sin más, lentamente o de repente dejaste de ver o de hablar y te gustaría  repasar en voz alta las razones.
Aquí tienes un espacio en este pequeño vagón en el que puedes o no acomodarte, anónimamente si lo prefieres, sólo se trata de que te preguntes y me cuentes:

                        ¿Por qué nos separamos....?    
                      ¿Porqué nos dejamos de hablar?